Las etapas de la vida

Para entender cómo se relacionan las emociones y los ojos podemos echar la vista atrás para preguntarnos qué nos sucedía y cuál era nuestro estado anímico en el momento en que se nos empezó a deteriorar la visión. Hay algunos momentos clave bastante habituales:

"El primero es alrededor de los ocho años de edad, época en la que los niños con visión normal, en forma repentina y misteriosa, desarrollan miopía. Cuando Maureen mencionó este hecho a una profesora amiga de ella, ésta le contestó: 'No me sorprende. Es en el tercer año de primaria. Es cuando descubren que todo lo que estudiaron en el segundo grado es exactamente lo que van a ver en tercer grado, sólo que en mayor cantidad y con más dificultad. En segundo grado todo es nuevo y estimulante, sobre todo la tarea de aprender a leer; en realidad realizan cambios y logros importantes. Entonces, llegan al tercer grado y se encuentran con ello de nuevo, todo es la misma basura y los niños se aburren rapidísimo. Se dan cuenta de que es lo único que recibirán: así será la escuela todo el tiempo. En tercer grado empiezas a ver problemas de conducta reales también."

Las emociones predominantes suelen ser la frustración y el aburrimiento, y suelen coincidir respectivamente con lo que llevan las clases con dificultad y los que la llevan sin problemas. El que está frustrado está obligado a hacer trabajar sus ojos en exceso, y el que se aburre deja la mirada perdida mientras se pierde en pensamientos.

No resulta extraño imaginar cuál es la siguiente etapa de conflicto: la adolescencia, una etapa en la que, por lo general, uno no ve absolutamente nada claro. También en la etapa de los veintipico, con el fin de los estudios, el estrés de los primeros trabajos, la responsabilidad, la dificultad de ver el futuro.

La siguiente fase habitual es ya la de la vista cansada o presbicia. Según los médicos, forma parte inevitablemente del envejecimiento. Pero si hacemos caso al nombre, vista cansada, podemos imaginarnos que más que una patología es un estado causado por un exceso de trabajo, y que bastará con relajar y tonificar para revertir la situación.

Fuente: Equilibrando las funciones de tu cuerpo: Sanación personal, por Meir Schneider

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