Objetos óptimos, objetos pésimos

La familiaridad hace posible que veamos mejor o peor determinados objetos en las mismas situaciones, precisamente porque al repetirse en nuestra rutina los miramos sin tensión, sin intentar verlos. Escribe William H. Bates:

"En casi todos los casos de visión imperfecta debida a errores de refracción hay algún objeto u objetos que se pueden mirar con visión normal. A tales objetos yo los llamo 'óptimos'. Por otro lado, hay algún objeto u objetos que personas con ojos normales y con visión ordinariamente normal ven siempre imperfectamente, produciéndose un error de refracción cuando los miran, como demuestra con el retinoscopio. A tales objetos los he llamado 'pésimos'. Un objeto se vuelve óptimo o pésimo según el efecto que produce en la mente, y en algunos casos ese efecto es fácilmente explicable.

Para muchos niños, el rostro de su madre es un óptimo, y la cara de una persona extraña, un pésimo. Una modista era capaz siempre de enhebrar una guja del nº10 con una fina hebra de seda, sin necesidad de usar gafas, aunque tenía que ponérselas para coser botones porque no veía sus agujeros. Ella era profesora de costura y pensaba que los niños eran estúpidos porque no podían señalar la diferencia entre dos sombras de negro. Podía casar colores sin comparar las muestras; sin embargo era incapaz de ver una línea negra en una fotocopia de la Biblia que no era más fina que una hebra de seda, ni podía recordar un punto negro."

Sin embargo, no siempre es tan obvio por qué un objeto es óptimo o pésimo. Idiosincrasias de la mente.


Fuente: El método Bates para mejorar la visión sin gafas, de William H. Bates. Ed. Paidós.

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