La enfermedad ocular como camino (II parte)

(...) Los lentes son una prótesis y, por lo tanto, un engaño. Con ellos se rectifica artificialmente el destino y uno hace como si todo estuviera en orden. Este engaño se intensifica con las lentes de contacto, porque en este caso se pretende disimular incluso que uno no ve claro. Imaginemos que de la noche a la mañana se le quitan a la gente sus gafas y lentes de contacto. ¿Qué ocurriría? Pues que aumentaría la sinceridad. Entonces enseguida sabríamos cómo cada cual ve lo mismo y se ve a sí mismo y —lo que es más importante— los afectados asumirían su incapacidad para ver las cosas tal como son. Una incapacidad sólo es útil al que la vive. Entonces más de uno se daría cuenta de lo «poco clara» que es su imagen del mundo, cuán «borroso» lo ve y cuán pequeña es su perspectiva. Quizás entonces a más de uno se le cayera la venda de los ojos y empezara a ver claro.


 
Ejercicio práctico

Quien tenga problemas visuales lo primero que debería hacer es prescindir durante un día de las gafas (o lentes de contacto) y asumir la situación conscientemente. A continuación, hacer por escrito una descripción de la forma en que durante ese día vieron y experimentaron el mundo, lo que pudieron hacer y lo que no, cómo se las ingeniaron. Este informe debería darles material de reflexión y revelarles su actitud hacia el mundo y hacia sí mismos. Pero ante todo debería uno responderse las siguientes preguntas:



  • ¿Qué es lo que no quiero ver?


  • ¿Obstaculiza la subjetividad el conocimiento de mi mismo?


  • ¿Evito reconocerme a mí mismo en mis obras?


  • ¿Utilizo la vista para mejorar mi perspectiva?


  • ¿Tengo miedo de ver las cosas con nitidez?


  • ¿Puedo ver las cosas tal como son?


  • ¿A qué aspecto de mi personalidad cierro los ojos?



  • Fuente: La enfermedad como camino, de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.

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